Una polémica hipócrita

14 de Mayo 2017 Columnas Noticias

Circula la idea de que Alejandro Guillier no tendría el espesor intelectual suficiente o la densidad programática necesaria para encarar la próxima presidencial. Lo sugirió Osvaldo Andrade apenas los socialistas lo ungieron como candidato del partido: “Ahora hay que dotarlo de contenido”. Guido Girardi insinuó lo mismo, al declarar que el PPD tiene que aportarle a Guillier “una visión más intelectual de la política”. Pareciera como si el senador por Antofagasta fuera un lienzo blanco que necesita ser pintado, pues no es capaz de ofrecer por sí mismo una robusta y coherente visión de país.

En varios sentidos, esta es una polémica hipócrita. En primer lugar, porque a Guillier no lo eligieron por la potencia filosófica de su relato. Lo eligieron porque es el más competitivo electoralmente contra Piñera. Su popularidad se debe a su credibilidad, no a su sofisticación intelectual. De hecho, puede que sea justamente esa carencia de sofisticación lo que lo conecta con ciertas capas de la población. El candidato de las grandes ideas era Ricardo Lagos, ideas tan grandes que pesaban en sus bolsillos como piedras.

En el PS optaron conscientemente por abandonar esa estrategia. No vale llorar ahora.

En segundo lugar, porque la liviandad que se le atribuye a Guillier es exagerada en perspectiva comparada. Los actuales dirigentes de la Nueva Mayoría no destacan por la belleza del pensar. De hecho hay que tener mucha personalidad para decir lo que dijo Girardi. Por su parte, Michelle Bachelet ganó dos elecciones presidenciales sin ser un portento cerebral. En 2013, Bachelet no compuso la canción de su victoria. Fue solamente la intérprete. La partitura la hicieron otros. Lo mismo podría aplicarse con Guillier.

En tercer lugar, porque tampoco hay espacio para grandes innovaciones programáticas. Guillier está atrapado entre dos tierras. Las propuestas radicales vienen del Frente Amplio. El candidato del oficialismo tiene que mostrarse más responsable, pero no tanto. Por el centro se le metió Carolina Goic. Sin la DC -que más de alguna vez operó como piedra en el zapato- lo más honesto sería que Guillier se reconociera como continuador programático de Bachelet. Pero no es muy atractivo ser el continuador de un gobierno bajo los 30 puntos de aprobación.

En resumen, es una mala idea que sus propios promotores estén animando la leyenda de que Guillier es una cáscara sin contenido. Como candidato, Guillier sí ha sido explícito en temas de regionalización y ha ofrecido su visión respecto de la importancia de recuperar el rol productivo del Estado, entre otras cosas. Nada del otro mundo, pero no prestaremos atención a esas ideas si seguimos en el debate hipócrita sobre su idoneidad intelectual y ausencia de contenidos.

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