Al estilo Playboy

7 de Octubre 2017 Columnas

A fines de los años 90, me tocó entrevistar a Milton Friedman, en su casa de San Francisco, California. El día anterior, lo llamé por teléfono para confirmar algunos detalles y, luego de unos minutos, me dijo: “Supongo que viene preparado”. Bueno, no es fácil responderle esa pregunta a cualquier Premio Nobel, menos a Friedman, un hombre reconocidamente exigente. Igual le dije que sí, que había leído sobre su obra y otras cosas, frente a lo cual se limitó a decir: “¿Leyó mi entrevista en la revista Playboy? Si no lo ha hecho, no está preparado”. Y cortó.

Al día siguiente, ya en la conversación con Friedman -y con la entrevista leída-, el economista me contó los detalles. “Vinieron dos periodistas que prácticamente vivieron conmigo una semana. Fueron a mis clases, reuniones, hasta comimos juntos. Bueno, así escribieron la mejor entrevista que nunca me han realizado. Además, me tocó una buena portada”, me dijo esbozando una pequeña sonrisa, la única de toda la sesión. No aclaró cuál fue la “conejita” de la portada en cuestión, pero fue evidente que el hombre no solo miraba números.

La anécdota sirve para ilustrar cómo la revista Playboy jugó un rol fundamental en la cultura de esos años, algo que se ha destacado mucho en estos días, a propósito de la muerte de su fundador, Hugh Hefner. Intelectuales, políticos y celebridades pasaron por sus páginas, con textos de una calidad y profundidad pocas veces vistos, convirtiéndose en piezas de culto.

Pero esto también es el reflejo de otra cosa. La disponibilidad de esas personas para aparecer en una revista que nunca renegó de ser una publicación de adultos y de grandes desnudos. Pese a ello, Friedman estaba tan orgulloso de su paso por Playboy, que incluso puso la entrevista como prólogo de uno de sus libros más célebres. Y esto habla de que la revista interpretaba a la gente, entre ellos, a los intelectuales. Su frivolidad, su sexualidad, su humor, se combinaban con lo serio de una manera que no solo no molestaba, sino que agradaba.

Por eso, Playboy también tiene el legado de romper con la visión, tan extendida en nuestro tiempo, donde uno es serio o frívolo, inteligente o tonto, divertido o aburrido. En ese sentido, la revista no solo es un símbolo de la liberación sexual; también es un reto a la idea de encasillarnos como personas en blanco y negro, cuando sabemos que lo colorido, lo interesante, incluso lo divertido, está en la integración de las cosas, en saber transitar de un extremo a otro, sin prejuicios, aprovechando y aprendiendo de todo.

Así lo entendió no solo Friedman. También Salvador Dalí, Jean Paul Sartre, Martin Luther King, Orson Wells y muchos otros que pasaron por sus páginas. Personas que nunca dejaron de ser intelectuales de peso, pero que mostraron una libertad de acción que solo los hizo más grandes, más interesantes, más personas. Son los grandes “playboy” de la historia.

Publicado en La Tercera.

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