Una franja desigual

22 de Octubre 2017

Básicamente la mejor forma de ver la franja electoral parlamentaria –que debutó el pasado viernes- es por internet y poniendo pausa. Porque la cantidad de candidatos, el poco tiempo que algunos tienen en pantalla y la falta de asociaciones conocidas en ciertos casos, hacen imposible retener conceptos, caras y nombres al verla de corrido.

Primero lo positivo: la mayor parte de los partidos optaron por sus figuras más mediáticas, pero además, por un gran trabajo de fotografía, que incluía paisajes –con la bahía de Valparaíso en primer plano-, gente, niños, adultos mayores,  alegría –incluida la eterna fiesta de Marco Enríquez-Ominami- y algunos chispazos de humor, como los huevos corpóreos del Frente Amplio, la “PLR” de los radicales, la aparición del Compadre Moncho, de Los Venegas, o la disyuntiva en redes sociales por entender la dicción de Sebastián Piñera al hablarle a su doble de espuma .

Por el contrario, el mayor problema estuvo en la falta de equidad en la distribución de los tiempos. Mientras algunos postulantes –como el ahora independiente, Fulvio Rossi- tuvieron menos de un segundo en pantalla, otros espacios, como el de la Fuerza de Mayoría, eran excesivamente largos.

“Pestañeé y me perdí a cuatro candidatos”, decía un usuario de Twitter, ironizando con la situación pocos minutos después del inicio de la franja. Y efectivamente, para los aspirantes que no pertenecen a ninguno de los grandes conglomerados, así fue. Lo que establece la normativa es que los 20 minutos destinados a esta propaganda televisiva, se dividen en los partidos participantes de acuerdo a su votación en la última elección de diputados. Para quienes no fueron parte de esos comicios, se les iguala el tiempo con la colectividad menos votada. Y para los independientes, nada que hacer: todos los que están en esta categoría se reparten el tiempo equivalente a la colectividad con menos sufragios en la ocasión anterior.

¿Enredado? Terrible. Pero además poco igualitario. Si lo que se pretendía con la modificación de la ley de partidos políticos y con el cambio del binominal era precisamente darle cabida a la renovación, a nuevas fuerzas políticas y a independientes, aquí no se nota.

No obstante, vale la pena preguntarse qué validez tiene hoy la franja electoral. De acuerdo a los especialistas, hoy los videos más exitosos en internet no duran más de cuatro a cinco minutos, que es el tiempo que un usuario común está dispuesto a ponerle atención. Si a eso se le agrega la molestia ciudadana con la política, no tiene sentido un espacio de 20 minutos, a mediodía, por televisión abierta y donde muchos candidatos ni siquiera alcanzan a mostrar su cara.

En cuanto a los contenidos de las distintas alternativas, hay elementos que llaman la atención. En el Frente Amplio la crítica se mantuvo contra las AFP, la banca y, en general, el establishment. No quedó claro eso sí por qué en su primera franja omitieron a sus figuras más conocidas: ni Beatriz Sánchez, ni Giorgio Jackson ni Gabriel Boric fueron parte del debut.

En la Fuerza de la Mayoría, la cámara lenta del PS hizo difícil mantener la atención en los largos minutos en que Isabel Allende, José Miguel Insulza, Marcelo Díaz y Marcelo Schilling, por nombrar a algunos, caminaron rodeando a su presidenciable, Alejandro Guillier, mientras se destacaban los logros de Bachelet.

En la Democracia Cristiana, las fichas estuvieron puestas en la emocionalidad, niños corriendo, personas de la tercera edad, muy al estilo de Carolina Goic, y con un intento por asociar el trabajo DC con el de las abejas. Para mala suerte, en redes sociales fue otra la asociación que se realizó.

Por último, pero no menos impactante, no se puede dejar de mencionar la apuesta de Chile Vamos. Primero, porque la campaña del terror del conglomerado hace recordar aquel spot de 1988, en el que se advertía que si ganaba el “No”, el país volvería a la UP. Ahora se incluyen –además de una larga lista de dramas en salud, educación y seguridad- imágenes de antisociales asaltando una suerte de minimarket y, por supuesto, el conflicto de La Araucanía, con una pantalla al rojo vivo y camiones quemándose en medio de ella.

Finalmente, no solo en cuanto a los tiempos esta primera franja fue desigual. También en cuanto a la visión de país que cada bando mostró: Un Chile en el que los abusos de los poderosos es la tónica, otro en el que la ciudadanía ha avanzado a niveles insospechados, y un tercero que parece Siria. Una campaña que refleja las visiones de los distintos conglomerados y que hay que digerir con calma, aunque sea poniendo pausas.

Publicado en El Mercurio de Valparaíso.

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