Quiebre final

6 de Agosto 2017 Columnas

Como en una paradoja matemática, el desenlace fue exactamente opuesto al esperado; así, lo que partió como un “golpe blanco” orquestado en la junta DC con el objeto de desbancar la candidatura de Carolina Goic, terminó al final con los conspiradores implorando su continuidad. El veto a la repostulación del diputado Rincón se transformó entonces en la excusa perfecta para sortear una tensión hábilmente acotada, que sirvió para sublimar el mar de fondo que desde hace tiempo socaba a la Falange.

De algún modo, el súbito debate instalado en la DC sobre los “límites éticos” de sus postulantes al Congreso, logró postergar la controversia mucho más sustantiva sobre su permanencia en la Nueva Mayoría y sobre su rol en el futuro de la centroizquierda. Pero al menos en lo inmediato, si alguna duda existía todavía sobre la continuidad de la opción presidencial de Goic, ella quedó despejada, cerrando de paso toda posibilidad de arribar a un acuerdo parlamentario con los partidos que sustentan la candidatura de Alejandro Guillier.

El incidente desplegado a partir de la Junta Nacional había sido precedido por la arriesgada afirmación de la presidenta del partido respecto a que “evidentemente la DC se encuentra ya fuera de la Nueva Mayoría”. Y el resultado de lo que ocurrió después solo vino a reafirmar dicha evaluación: dos candidaturas presidenciales y listas separadas para la elección parlamentaria, precisamente el escenario que intentaron evitar las fuerzas que se jugaron sus cartas en la junta, y que concluyó más bien profundizando la distancia de la Falange con la coalición oficialista.

Sin duda es muy temprano para evaluar los efectos electorales que este capítulo tendrá sobre el débil posicionamiento mostrado hasta ahora por Carolina Goic. Su ofensiva en contra del diputado Rincón puede significar un punto de inflexión positivo, pero no es claro que vaya a ser lo suficientemente relevante como para sacarla del cuadro de precariedad en que se encuentra. Dependerá de cómo se administre hacia delante este acierto circunstancial y, sobre todo, de la capacidad de la candidata y del partido para asumir las definiciones que el presente demanda. El tema de los límites éticos sirvió en este contexto para encausar la crisis, pero está claro que los problemas políticos que arrastra la DC son otros. En ese sentido, mucho más relevante es la insólita decisión de concretar un pacto parlamentario con fuerzas políticas que miran con abierta simpatía a la dictadura venezolana.

En definitiva, las tensiones de la semana se cierran, de momento, con la posibilidad de que Carolina Goic pueda empezar a mejorar su rendimiento electoral, en un escenario que vino a consolidar la fractura entre la DC y la izquierda oficialista. Los avatares generados en la última Junta Nacional quedarán así inscritos en las postrimerías de un largo ciclo histórico, aquel iniciado a medios de los ’80 y que consiguió hacer de la convergencia entre el centro y la izquierda, el eje de la gobernabilidad por casi 30 años.

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