Parlamentarios en una democracia laica

10 de Junio 2017 Columnas

Señor Director:

En su carta contra el proyecto de aborto en tres causales, el arzobispo Caro (8 de junio) afirma que los parlamentarios creyentes deben escuchar el mandamiento de Dios: “No Matarás”. También les recuerda que “de los arrepentidos es el Reino de los Cielos”.

Si efectivamente lo que el arzobispo exige (por eso “deben”) de sus feligreses que son funcionarios públicos por elección popular, es que voten según sus creencias religiosas, entonces, sus declaraciones evidencian cuán poco le importa la separación entre el Estado y la Iglesia que está a la base de nuestro orden político.

Contra las declaraciones del arzobispo, es de esperar que parlamentarios de una democracia laica voten en base a valores políticos comunes, y no en base a valores que exigen peticiones de principio o un acceso privilegiado a la verdad. También las creencias idiosincráticas de los parlamentarios deben ser articuladas mediante esos valores políticos compartidos -la posibilidad y disposición a hacerlo es lo que, siguiendo a John Rawls, diferencia a las doctrinas comprehensivas (también religiosas) razonables de las no-razonables-.

Si el arzobispo no reconoce lo expuesto, y no quiere reclamar para sí lo que niega a los demás, debe sostener, por paridad de razonamiento, que en razón de sus creencias religiosas idiosincráticas, un parlamentario rastafari debe votar a favor de la liberalización de la marihuana; uno raeliano, a favor de la clonación, y uno pastafari, a favor de la despenalización de la piratería para combatir el cambio climático.

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