Paradojas colombianas

9 de Octubre 2016 Noticias

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, perdió el referéndum que debía ratificar los acuerdos de paz que firmó con las Farc, pero aun así ganó el Premio Nobel de la Paz. El ex presidente Uribe ganó el referéndum -fue la cara visible de la oposición- pero tuvo que ver a su archirrival elevándose a las alturas del prestigio internacional. El Nobel es un espaldarazo a las tratativas de Santos y al mismo tiempo una especie de tirón de orejas a la posición de Uribe. Sin ganar Santos ganó. Sin perder, Uribe perdió.

Pero no es la única paradoja. A más de algún chileno le llamó la atención la posición que adoptó la izquierda y la derecha criollas. Mientras los primeros lamentaron el rechazo de los acuerdos de paz por parte de los colombianos, los segundos lo celebraron como una victoria de la justicia y la dignidad de un pueblo. Sin embargo, tanto nuestra izquierda como nuestra derecha han tenido visiones relativamente distintas cuando se trata de lidiar con episodios similares de la historia reciente de Chile.

La negociación entre Bogotá y la incansable guerrilla -supervisada por la Habana- incluía para las Farc una cuota de impunidad así como garantías de representación política. En la práctica, nuestra transición operó bajo los mismos códigos: quieres gobernaron en dictadura gozaron de ciertos grados de amnistía a cambio de la construcción de un presente pacífico. Sus “cómplices pasivos” inundaron el Congreso. El pinochetismo también se dio el lujo de designar parlamentarios a dedo sin necesidad de pasar por las urnas. A la izquierda le revienta esta situación. Retrospectivamente, le revienta haber hecho tantas concesiones bajo la urgencia del miedo.

¿Votaría hoy la izquierda a favor de un acuerdo que beneficia a los violadores de DDHH para cerrar definitivamente el capítulo? No parece.

La derecha chilena, por su parte, se queja del trato que reciben los ex uniformados en la cárcel, o en proceso. Varios de sus dirigentes claman por una amnistía verdadera para avanzar en reconciliación. No están tan preocupados por la dimensión de la justicia. Sin embargo, en el caso colombiano piensan exactamente lo contrario. Creen que las Farc no merecen -vaya paradoja- ni perdón ni olvido. Mucho menos, influencia política asegurada, como la que ellos mismos disfrutaron en tiempos de los famosos senadores designados. ¿Habría rechazado la derecha un acuerdo que estableciera condiciones (judiciales y políticas) ventajosas para los vencidos de 1988? No parece.

Por supuesto que el caso colombiano tiene una serie de bemoles que lo hacen distinto al chileno. Izquierdistas y derechistas pueden replicar que sus posiciones no han sido retratadas con rigurosidad, que el diablo está finalmente en los detalles. Es posible. Pero a simple vista las paradojas se acumulan.

Sin ganar, Santos ganó. Sin perder Uribe perdió.

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