Liberalismo y sentido

14 de Septiembre 2017 Columnas

Señor Director:

En una columna publicada el martes, Claudio Alvarado afirma, a modo de reproche a los liberales, que, aunque valiosas, las libertades son “incapaces de otorgar sentido o finalidad a la acción humana”. Él, por su parte parece esperar que la política dote de sentido a la vida de los individuos. Pero, concretamente ¿qué significa eso y en qué debería traducirse? ¿En que los ciudadanos de las sociedades modernas, heterogéneas, y populosas (varios millones de adultos) convengamos en una meta o narración compartida acerca del sentido de la vida? ¿En que todos profesemos, voluntariamente y de buena gana, la misma idea acerca de aquello por lo que vale la pena vivir (y morir)?

Fuera del carácter utópico de esta propuesta, ¿por qué debería la sociedad civil y, en último término, el Estado (con toda su burocracia, capacidad coactiva, etc.) hacerse cargo de este peculiar problema? Y, más importante aún, ¿cómo podría llevarse a cabo ese peculiar proyecto político sin sofocar la libertad individual que, por otra parte, precisamente es condición del sentido de la vida? Para comprobarlo, pregúntese el lector si acaso querría vivir una vida en la que otros deciden por él.

Más allá de cualquier defecto, el liberalismo defiende que los individuos puedan vivir y escoger su propia vida. Si no se les reconoce esa autoridad, cualquier apelación al sentido no parece otra cosa que una forma elegante de promover el paternalismo.

Publicado en La Segunda.

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