Las Majadas

15 de Abril 2017 Columnas Noticias

Si hay algo que atraviesa diagnósticos de nuestra sociedad, vistos de cualquiera de sus complejas veredas, es el problema de la confianza, hasta encontrarnos -como lo deja en evidencia la encuesta Bicentenario de la Universidad Católica- con los peores indicadores de la región y del mundo. A esta medición se suman todas las demás, con independencia de que provengan del mercado de las encuestas o sean formuladas por relevantes centros de pensamiento o, incluso, del mundo de las organizaciones internacionales.

El diagnóstico es el mismo, desconfianza en las instituciones gubernamentales, empresariales, sociales, y ni hablar de la política y de quienes ejercen esa actividad como forma de vida. Son datos duros y amenazantes en cuanto a la capacidad de construir y articular desde políticas públicas hasta el desarrollo de emprendimientos empresariales (ambas prácticas necesarias para mejorar la calidad de vida de todos). En otras palabras, el Estado y el mercado han estado quedando sin el insumo necesario para dirigir la promoción del bien común -que le es propio al primero- y la satisfacción de las necesidades individuales que le corresponde al segundo. Sin confianza estaremos frente a la interrogante de Zavalita en aquella obra monumental de Vargas Llosa, “Conversación en la Catedral”, que extrapolada a nuestra realidad debería formularse como: ¿Cuándo se jodió Chile?

Pero es evidente que nuestro Chile está lejos de este último paradigma. De que tenemos problemas, los tenemos, pero estamos a mucha distancia de una situación terminal. Estamos en un punto en el cual podemos hacernos cargo del problema que nos aqueja, aunque la sintomatología nos sigue dando luces de que la enfermedad es persistente y multisistémica en sus causas y en sus graves evidencias, diría que estamos médicamente descompensados. Apuntar a la búsqueda del medicamento que produzca esta compensación es clave a estas alturas, y este parece ser la confianza; recuperarla entonces no es un dato de encuestas sino que es la condición básica para volver a construir una sociedad común que se haga cargo de las diferencias que nos dividen y de aquellos aspectos que, quizás por su sencillez, nos permiten ser parte del mínimo ideario que nos asume y nos denomina como chilenos más allá de un RUT o una cédula de identidad.

En este ambiente resulta ser combustible regio la construcción de cuñas conceptuales que identificando un problema real terminan por prender hogueras políticas, sociales, normalmente con acelerantes ideológicos, que tornan lejanas las soluciones prácticas y oportunas del problema relevado. Así ocurrió con la “cota mil” -que pasó encima de los esfuerzos legítimos de miles de universitarios y padres de los mismos que con empeños familiares daban respuesta a la solución de educación superior que habían elegido con seriedad y sacrificio económico-; ocurre hoy también con “No+AFP”, que como se ve no conlleva mensaje del problema previsional -que es real y cierto para muchos en atención al monto burdo de las pensiones que reciben-, sino que se trata simplemente de un rechazo al ser que las administra y no a las causas de los resultados y la exploración de las mejoras que podrían encontrarse en una discusión abierta; hoy son “los guetos verticales”, que ilustran el deterioro urbanístico de amantes de la arquitectura y del diseño urbano, pero que tampoco logran advertir que la decisión voluntaria de sus usuarios también se explica por la mejora real que provoca su ubicación y la huida que ellos hacen de la agresión diaria de un sistema de transporte público que no logra estabilizarse tras 10 años de implementación.

En esta línea puede ser relevante el esfuerzo que ha comenzado el actual presidente de la CPC antes de asumir su período, un encuentro en Las Majadas (en Pirque). Aunque el lugar y su nombre le aportan prestancia y dejo bucólico, es cierto que no puede identificarse con sencillez y transversalidad (como parece haber sido la intención), quizás para otra vez podría pensarse en el Estadio El Llano (San Miguel), Teatro Huemul (Santiago) o Artequin en la Quinta Normal. La obsesión de este presidente gremial está atravesada por la confianza, recuperarla como un imperativo principal, desde su trinchera, que es la confianza en la empresa, la actividad empresarial y en los empresarios. La clave de esta recuperación no está en los socios del gremio, está en que los demás conozcan a los socios y qué hacen y piensan.

Este conocimiento incorporó al tercer elemento esencial de la gobernanza, la sociedad civil. Más que una reunión de coaching empresarial o defensa gremial corporativa, se trata de buscar los materiales necesarios para la base mínima que necesita esta construcción. El radier de esta obra está en encontrarse, conocerse, saber del otro y de sus necesidades, y también de sus miedos. Por eso se ilustró un lema 3xi (inspirarnos, incluirnos, innovarnos), al cual con lealtad concurrieron muchos representantes de la sociedad civil del mundo de la solidaridad, la innovación y la pobreza. El desafío de las majadas, es también una cuña, que marca el inicio de una ruta, punto de partida de un entrenamiento que fortalezca, por ahora, la confianza entre la empresa y la sociedad civil, después debe venir -sin duda- el Estado y su institucionalidad. El problema es que esta ruta tiene, por ahora, un frágil asfalto que requiere cumplimiento, consistencia y continuidad (serían las 3xc) que debe pavimentar el convocante, so pena de una desilusión que, al final, es la peor de las desconfianzas.

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