La nube y los presidenciables

15 de Enero 2017 Columnas Noticias

La ola de proclamaciones presidenciales de estos últimos días ha comenzado a entibiar el ambiente electoral, aunque faltan todavía diez meses para los comicios de noviembre. Se trata, no obstante, de los primeros pasos en una carrera de obstáculos, cuya principal valla estará en la desafección -o molestia, derechamente- de la ciudadanía con la clase política, que en la última encuesta CEP quedó clara: apenas un 4% de los encuestados manifestó confiar en el Congreso y en los partidos, y un 10% en el Gobierno.

El escenario se torna más complejo cuando las colectividades han tenido un duro encuentro con la realidad a la hora de comenzar el refichaje de sus militantes, que deben sumar al menos 17.500 por cada partido para poder validar a sus candidatos en abril. Ninguno se acerca todavía a la meta.

Estos números en rojo hacen patente la necesidad de diferenciación por parte de quienes aspiran a dirigir los destinos del país a partir de marzo de 2018. Sin embargo, hasta ahora, las proclamaciones han tenido mucho de vociferación, algo de red set nacional y muy poco contenido diferenciador. La marca de los presidenciables está desvalorizada, su puesta en valor no parece fácil y los plazos se acaban.

Haciendo un breve recorrido por las redes sociales, en especial Twitter, los candidatos se han dedicado a repetir discursos que no siempre han podido desarrollar en profundidad. Aunque está claro que no es allí donde los presidenciables pueden entrar en el fondo de los temas, sí permite dar una mirada respecto de las ideas en las que se están concentrando y hacer la comparación con lo que dicen en el mundo real y lo que recogen los medios.

En el caso de Ricardo Lagos, los conceptos que más reitera son “Chile”, “junto” y “conversando”. Más abajo aparecen “candidato”, “política”, “democracia” y “desafíos”, dando cuenta de un intento del ex Presidente por centrar sus actividades en temáticas que tienen que ver, precisamente, con la mirada país de los desafíos que vienen. Entre ellos, cómo mejorar el transporte público, qué hacer con el sistema de pensiones e incluso cómo abordar el conflicto mapuche. Esta semana, además, entregó la segunda parte de sus propuestas para el debate constitucional, a través de su plataforma #NuestraConstitución. Sin embargo, algo pasa que sus aportes no hacen “click” con la ciudadanía. De hecho, en la CEP se mantiene en el mismo 5% en el que estaba a mediados de 2016, ante la pregunta “quién cree que será el próximo presidente de Chile”.

Al igual que Lagos, Sebastián Piñera, utiliza reiteradamente el concepto “Chile”, seguido por “todos”, “vida”, “gran” (se sabe que es adicto a los adjetivos y adverbios), “niños” y “familia”. Sus propuestas, hasta ahora, han apuntado hacia temas de educación y meritocracia, no obstante ha pasado más tiempo intentando explicar su fideicomiso supuestamente ciego y la relación que tuvo con Bancard mientras era presidente.

Alejandro Guillier es quizás quien ha logrado mejor sintonía entre sus dichos en la red y en el mundo “real”. Así, la nube del candidato “apolítico” radical está determinada por la palabra “Antofagasta”, lugar por donde el experiodista es senador y que le ha permitido abanderarse precisamente con otros dos conceptos que reitera: “descentralización” y “regiones”, aunque sin dar todavía una muestra de sus propuestas concretas en esta materia.

En su proclamación como candidato a las primarias de la Nueva Mayoría, del 2 de julio, el parlamentario puso énfasis -ante los militantes del PRSD- en agradecer precisamente a la tienda por “apoyar a los independientes y a la descentralización”, para posteriormente aprovechar la instancia y así recalcar que la ciudadanía no quiere sufragar porque “lo que ven es corrupción. Hoy los políticos nos hablamos entre nosotros. Las decisiones se toman en la cocina”… La misma “cocina” que lo proclama como candidato, en un escenario en el que, además, tampoco ha sabido explicar algunas de las acusaciones que se le han hecho y que apelan a situaciones reñidas con las buenas prácticas. Y donde, además, juega entre el viraje a la izquierda y al centro constantemente (incluso entre el laguismo y el antilaguismo).

Cuando el ciudadano promedio dice que entre los cinco problemas más importantes del país está la corrupción y un 51% de los encuestados en la CEP dice que la política no le interesa, el desafío de los presidenciables estará en poner profundidad en estas y otras propuestas, pero además, generar sintonía con una ciudadanía apática y que no tiene interés en escuchar. Y, peor aún, respaldados por partidos aún más desprestigiados que la nube de presidenciables.

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