La Ballena Azul: ¿Cómo lidiar con este desafío?

3 de Mayo 2017 Columnas Noticias

Redes sociales como Facebook, WhatsApp e Instagram se constituyen como medios favoritos de los jóvenes chilenos a la hora de comunicarse.

El uso de la tecnología trae consigo virtudes y problemáticas. Una de ellas se ha visto evidenciada a través del denominado “juego de la ballena azul”. Este “juego” tiene por objeto desafiar al “jugador” a la realización de 50 retos que van desde pasar una noche sin dormir viendo películas de terror, hasta hacerse cortes en la piel, terminando con la muerte del “desafiado”. Los desafiados son siempre jóvenes preadolescentes y adolescentes, en especial aquellos que por las redes son evaluados como más vulnerables por los victimarios, dados sus comentarios en estas mismas redes. Entonces, ¿qué hace a los adolescentes especialmente vulnerables a este tipo de “juegos”? Una tarea fundamental del adolescente es el logro de una identidad. Ello trae consigo sentimientos de confusión, inadaptación y tristeza necesarios para una búsqueda existencial y el desarrollo de una subjetividad con independencia de las figuras paternas. Es propio de los adolescentes, por tanto, buscar nuevas figuras de identificación, en especial a través de sus pares.

En esto las redes sociales cobran particular relevancia, pues se constituyen en verdaderos espejos de identificación para los adolescentes. El adolescente en particular puede ser muy influenciable a la evaluación y a las exigencias provenientes de estos grupos de identificación. Investigaciones señalan como un detonador del suicidio adolescente la imitación de otros pares con los cuales se ha identificado. Es importante que los padres estemos alertas a los grupos que frecuentan nuestros hijos en las redes sociales.

El psiquismo adolescente es una psiquis en construcción, por lo que a veces puede dificultar la diferenciación entre fantasía y realidad. Amenazas irreales las pueden percibir como ciertas y comportamientos altamente riesgosos pueden evaluarlos como demostraciones de valor frente al grupo. Por ello, el llamado “juego” de la ballena deja de pasar de la esfera del simbolismo propio del juego a constituirse en una realidad para algunos jóvenes. Es probable que el juego de la ballena pase al olvido. Lo que no se nos debe olvidar es que nuestros jóvenes seguirán absorbidos por los avatares de las redes sociales. Como padres debemos estar siempre atentos a ciertas conductas, como alteraciones del sueño, verlos conectados durante la madrugada o percibirlos aislados y deprimidos; todo ello en el contexto de un vínculo seguro, cercano e íntimo con nuestros hijos.

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