El Quijote Farías, Bachelet y la bancada estudiantil

10 de Julio 2017 Columnas

El diputado PPD Ramón Farías pensó que la política tenía que ver con convicciones y se encontró con los molinos de viento del gobierno, que dejó caer la artillería ministerial sobre el Congreso para que no se aprobara el informe de la comisión Sename II. Farías sabe que el informe dice la verdad: hubo negligencia inexcusable en la gestión de la ex ministra de Justicia Javiera Blanco y en general en la operación de todos los últimos gobiernos respecto de la protección de los niños más vulnerable de Chile.

Así también lo saben los integrantes de la comisión. En cambio, la administración Bachelet estaba más preocupada de ahorrarse una derrota política, especialmente dada la cercanía de la Presidenta con Blanco a quien acaba de asegurar en un suculento empleo en el Consejo de Defensa del Estado.

Dicen desde la Nueva Mayoría que rechazaron el informe porque las culpas del desastre del Sename son compartidas y que no corresponde usar a Blanco como chivo expiatorio. Es una razón curiosa. Pocas responsabilidades políticas podrían hacerse efectivas si se puede escapar de ella apuntando a que tus predecesores hicieron (o dejaron de hacer) lo mismo. El informe reconoce que el problema no es nuevo pero es natural que le cargue la mano a la gestión bajo la cual la negligencia se hizo más evidente. Es una razón curiosa, además, porque estos diputados no tuvieron problemas para usar al ex ministro de educación Harald Beyer como chivo expiatorio de las negligencias que arrastraba su cartera.

Mucha gente se sorprendió del rechazo de la denominada bancada estudiantil. Pero no hay que extrañarse demasiado. Los jóvenes dirigentes han construido una meteórica carrera política defendiendo los intereses de la población universitaria, no necesariamente de los niños del Sename. No se han hecho conocidos por sus llamados a priorizar la infancia por sobre, por ejemplo, la gratuidad de la educación superior. Esto los salva de la crítica de inconsistencia. Pero les impide aparecer como defensores de los más débiles del país.

En cuanto al gobierno de Bachelet, el episodio sirve para concluir que la promesa de terminar con los abusos quedó definitivamente incumplida. Para el oficialismo fue más importante salvar la honra del momento. Y ahí quedó el Quijote Farías, masticando la decepción, preguntando qué les ofrecieron a sus colegas que se hicieron los desentendidos ante un informe contundente que –quizás- podría haber servido para ponerle fin a los abusos del Sename.

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