El plan A se activó

22 de Marzo 2017 Columnas Noticias

La derecha ya no necesita plan B.

Sebastián Piñera va por su segunda presidencia. Hizo lo esperado: si vas primero y ningún misil te hunde sigues adelante. Piñera no solo va primero: es muy probable que gane la elección. Tuvo tiempo para tomarle el pulso a Guillier. Se aseguró de que el fenómeno estaba contenido.

En el discurso de ayer se fue en la dura: todo lo que hace este gobierno es deplorable y nos conduce directamente al precipicio. En cambio todo lo que hizo él nos puso en el umbral del desarrollo. No fue un relato de matices. Piñera le dio además un sentido grandilocuente, una encrucijada histórica. En el estilo de Piñera.

Se dio así el lujo de darle a Bachelet la estocada final. Cuando llegó por primera vez a La Moneda, Piñera tuvo que convivir con la sombra imponente de una presidenta que se iba con 80 puntos de aprobación. Ahora en cambio, esa sombra se esfumó.

Por eso fue inmisericorde en la adjetivización de los errores de la actual administración.

El problema central de esa narrativa es que difícilmente se concilian los objetivos de amistad cívica y unidad nacional que promueve Piñera con una mirada tan unilateral sobre los principios y acciones de sus adversarios. No hay problema con irse en la dura, pero hay que ser consistente. A Piñera le gustan las frases largas que enumeran todo lo bueno en este mundo sin advertir que muchas de ellas están en legítima tensión. Dejando de lado la justa crítica al despelote del gobierno, no todo es culpa de la ideologización.

Como fuere, la derecha puede respirar tranquila. La UDI, especialmente, que hizo negocio arrimándose a buen árbol. Ya no hay que quebrarse la cabeza con planes alternativos. Se activa el plan A.

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