El maratón de Lagos

15 de Enero 2017 Columnas Noticias

Tal cual se esperaba, el PPD proclamó ayer a Ricardo Lagos como su abanderado presidencial. Con este evento, el ex mandatario asegura su participación en la primaria de la Nueva Mayoría, con independencia de la decisión que tome el PS en la reunión de su comité central del próximo fin de semana. Pero una cosa es tener ya garantizada su participación formal en la interna oficialista del 2 de julio y otra distinta generar las condiciones políticas y electorales para viabilizar su opción como candidato. Y es precisamente en esa dimensión decisiva donde el escenario no se ve nada fácil para el ex Presidente Lagos.

Luego de casi cuatro meses de campaña y despliegue mediático, la candidatura del ahora abanderado del PPD no ha logrado avanzar en las encuestas. Al contrario, la tendencia que reflejan los estudios de opinión pública lo muestran no sólo estancado en torno a un débil 5%, sino, además, con una valoración en persistente deterioro, como lo vino a confirmar la reciente encuesta CEP. La pregunta pertinente, entonces, es qué puede y qué debiera hacer Ricardo Lagos para conseguir, por fin, modificar este escenario; algo que, sin duda, no tiene una fácil respuesta, pero que, al menos, supone el imperativo de realizar algo radicalmente distinto a lo efectuado hasta ahora, si lo que pretende es tener otros resultados.

Se ha dicho en estos días que una de las eventuales causas de este estancamiento en la intención de voto y del deterioro de imagen puede ser el “giro” de Ricardo Lagos hacia posiciones más de izquierda. Se plantea que esta “infidelidad” a su trayectoria le restaría credibilidad y que él debiera, más bien, reivindicar su legado y salir a defender la herencia de la Concertación. Lo que esas opiniones no consideran es que Lagos hoy pretende ser el abanderado de la Nueva Mayoría, es decir, de una coalición cuya razón de ser es precisamente una crítica demoledora a la obra de la Concertación; por tanto, mal podría Lagos salir a reivindicar un legado en cuyo cuestionamiento se basa y justifica la existencia del conglomerado que hoy busca representar.

En todo caso, saltada ya la valla del PPD, la tensión principal se mantiene puesta en la decisión que deberá afrontar el PS el próximo 21 de enero. En los hechos, si más allá de los plazos e instancias resolutivas Ricardo Lagos no termina siendo el candidato del PS a la primaria oficialista, políticamente su aventura se desfonda, ya que sería muy complicado seguir adelante si uno de los dos partidos en los que el ex mandatario posee militancia legal o simbólica, al final le niega su respaldo. Y el problema es que, por una parte, hay niveles altos de resistencia a su candidatura presidencial en las filas del socialismo y, por otra, el rápido e importante crecimiento del Alejandro Guillier en las encuestas ha debilitado aún más sus opciones. Si antes de la irrupción del senador independiente Lagos debía enfrentar sólo sus propias debilidades en materia de intención de voto, ahora tiene al frente una alternativa que, a diferencia de él, no sólo crece significativamente, sino que se ha convertido ya en una candidatura competitiva ante la amenaza que hoy representa Sebastián Piñera.

En síntesis, la proclamación realizada ayer por el PPD aseguró más tiempo a Ricardo Lagos, pero no hizo mucho más que eso. El ex mandatario tiene todavía por delante un desafío mayúsculo en función de empezar de una vez a “cambiar las encuestas”, romper las resistencias existentes en el PS hacia su candidatura y, sobre todo, lograr revertir la creciente brecha que el senador Guillier ha impuesto entre ambos. Al final del día, para un sector muy relevante de la Nueva Mayoría la elección de fin de año no es sólo un imperativo político, sino, sobre todo, un problema de sobrevivencia laboral. Y frente a esa cruda e inconfesable realidad, lo único que importa es quién puede asegurar la continuidad del oficialismo en el poder, y ese, hoy no es Lagos.

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