Bachelet salió jugando

11 de Agosto 2016 Noticias

A los gobiernos les cuesta controlar la agenda. Nos hemos acostumbrado a que el ritmo de la discusión política lo marque la calle y la contingencia. Sin una masiva marcha convocada para echar abajo las AFP, la Presidenta Bachelet no habría desplegado una batería de propuestas legislativas en cadena nacional. Aunque su gobierno le había encargado a una comisión de expertos el estudio de mejoras al sistema, nadie en el oficialismo parecía muy urgido por ponerle ruedas al asunto. Fue la propia mandataria la que dijo que la “obra gruesa” de su segundo período estaba concluida.

Pero así como los estudiantes obligaron a la clase política a reaccionar en materia educacional, el movimiento que dirige Luis Mesina obligó al Ejecutivo a tomar cartas en el asunto.

Legislar bajo presión es un arma de doble filo. Por un lado es bueno que los gobernantes mantengan el oído afinado a lo que ocurre en su entorno, y que tengan la capacidad de adaptar su marcha a las necesidades políticas del momento. Por el otro, propuestas diseñadas a la rápida carecen de la seriedad técnica que algunas materias complejas requieren, y generan la sensación de que el gobierno está obligado a responder con una sonrisa a todas las demandas sociales. Sin embargo, Michelle Bachelet salió jugando relativamente bien. Su paquete previsional toma en consideración varias aspiraciones de los críticos del sistema actual, pero en términos generales mantiene las vigas centrales del modelo de capitalización individual. Es decir, mientras busca avanzar en solidaridad -incorporando ciertos aspectos de justicia intergeneracional y cargándoles la mano a los empleadores antes que a los trabajadores- se cuida de no caer en la irresponsabilidad de desbaratar una de las vigas maestras del mercado de capitales y, por ende, de la economía chilena. Además promete regulaciones a los cacareados abusos de las administradoras privadas de pensiones y pone fin a las discriminaciones entre distintos tipos previsionales, lo que recoge parte importante de la indignación de la ciudadanía.

Por supuesto, la propuesta de Bachelet no dejó contentos a los extremos del debate. Quizás sea eso un buen síntoma. Tampoco hay claridad respecto de cuándo estos cambios se harán realidad.

Bachelet es maestra en mandar la pelota al córner. Dijo que se necesitaba un amplio acuerdo nacional, con todos los actores para entrar a picar. En el clima de desconfianza actual y con dos años electorales por delante, no está fácil. Por lo menos, La Moneda cumplió con sacar a Bachelet de su marasmo político, recordando a los chilenos que todavía la tienen por Presidenta.

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