Asúmelo Frente Amplio, la elección presidencial ya se acabó

5 de Diciembre 2017 Columnas

He visto numerosos comentarios que opinan que si uno llega a votar por alguno de los candidatos en segunda vuelta pierde su derecho posterior a reclamar. Algo así como que uno se transformara en partidario por el hecho de dar el voto en segunda vuelta. Creo que ahí hay un error grande.

Según lo veo, la verdadera elección donde uno manifiesta su opinión política, en sintonía con el programa de algún candidato, es la primera vuelta. Ese es el minuto de buscar coherencia ideológica y manifestar simpatía con quien mejor refleje la mirada de país que uno tiene. En cambio las segundas vueltas, son sólo para expresar cuál de los dos escenarios se prefieren para un futuro gobierno.

La segunda vuelta se trata sólo de un balotaje, nada más, la verdadera manifestación ideológica ya acabó con la primera vuelta. Es algo así como lanzar una moneda al aire para decidir quién gobernará. ¿Me interesaría cargar la moneda para un lado u otro, o de verdad me da lo mismo quien salga?

Si en verdad ambos candidatos me dan lo mismo, debiera abstenerme o anular. Si tengo algo de simpatía y preferencia por alguno, debiera votar por él. Y si hay uno que realmente odiaría que fuera electo, debiera votar por el contrario para que éste no ganara.

Cuando el candidato de alguien ya perdió en primera vuelta, desde ese instante queda definido que la persona será un futuro opositor, sea cual sea el gobierno electo. Por eso la segunda vuelta sólo le da la opción de decidir de quién quiere ser opositor. Y es ese el minuto de votar por aquel ya consabido “mal menor”, entendiendo que si bien mi postura política ha perdido, que ha sido minoritaria y que la ciudadanía se ha inclinado más por otras, eso no me impide sufragar en el balotaje, aún sin tener simpatía por ninguno de los candidatos que quedan.

Por eso, votar en segunda vuelta no obliga para nada a mantener un vínculo con el candidato votado. Y en consecuencia no habría que tener ningún cargo de conciencia en convertirse en opositor de ese mismo gobierno que se ha ayudado a elegir. Porque en rigor fue la derrota en primera vuelta lo que le da al elector el pleno derecho de ser opositor de quien saliera electo. El balotaje de segunda vuelta sólo da la opción de elegir de quién se quiere ser oposición y claramente lo lógico es optar por serlo de con quien se guarda menor distancia en la mirada de país. Porque, claro está, no cabría esperar desearle al país un mal mayor si es que se puede hacer algo por evitarlo.

En este escenario, teniendo a mano la opción de entender la segunda vuelta como el simple balotaje que es, me llama la atención el reciente llamado del Frente Amplio a “votar libremente” a sus partidarios en segunda vuelta, mostrando una clara ambigüedad con aquello de que “no nos da lo mismo quien gobierne”, “Sebastián Piñera representa un retroceso”… pero sin llamar abiertamente a votar por Alejandro Guillier. Es decir, el Frente Amplio insiste en querer considerar esta segunda vuelta como algo más que un simple balotaje.

Hace rato que planteo que la mejor opción del Frente Amplio es ser oposición de Guillier, pero que lo tienen difícil porque no pueden llamar públicamente a votar por él sin el riego de perder el apoyo de muchos de sus adherentes (lo que seguramente motivó esta declaración tan ambigua). Por eso me parece que su declaración va en la línea de lo que mejor pueden hacer, dejar en claro que son oposición de Guillier, que Piñera para ellos sería retroceder, dar libertad de voto a sus seguidores… y esperar que en consecuencia la gente vote por el mal menor para ellos (Guillier). Pero esa es una lectura no tan fácil de hacer.

Me cuestiona mucho si el mensaje habrá quedado lo suficientemente claro para sus votantes. Y al menos a la luz de lo que se ve en redes sociales, puede que no tanto. Y no sería raro que a raíz de ese mal entendido mucho se resten de votar, o directamente anulen, con lo que saldría electo Piñera, pese a lo que ellos quieren.

Lo cierto es que, considerando la pésima capacidad de entendimiento del chileno (refrendada incluso en evaluaciones internacionales) el camino por el que optaron en su declaración me parece tremendamente riesgoso. Apelan a una lectura profunda cuando el promedio del chileno muchas veces no entiende ni siquiera lo más explícito de un mensaje.

Estoy convencido que la mejor apuesta del Frente Amplio hubiera sido haberse declarado opositor a Guillier, haciéndolo explícito y señalando que representa a un conglomerado de viejas prácticas corruptas, que no recoge los principios básicos que el Frente Amplio defiende; pero a la vez recalcando que hay un bien superior de no permitir que Piñera vuelva a La Moneda, por lo que hubiesen debido llamar explícitamente a dar su voto a Guillier en segunda vuelta para que sea presidente. No negociar nada, no aceptar cargos, no influir nada en el programa, no esperar guiños de parte de Guillier. Volverse oposición con todas las de la ley… pero sin sufrir el estigma de haber permitido que Piñera ganara.

Hacer lo contrario, restarse de votar y permitir que gane Piñera, me parece un peor negocio. Porque la Nueva Mayoría los estigmatrizaría como los culpables de tener de vuelta a Pïñera, y tampoco lograrían capitalizar plenamente el hecho de ser oposición, porque no serían los únicos, debiendo compartir el sitial de oposición junto con la Nueva Mayoría y dificultando así poder posicionarse en forma diferenciada de ellos de cara a la elección del 2021.

Publicado en El Dínamo.

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